quien mas... no se hacer otra cosa
lunes, 2 de marzo de 2009
lunes, 9 de febrero de 2009
UZIEL SE MUDÓ
y ahora vive en www.jorgeluisillo.blogspot.com
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sábado, 7 de febrero de 2009
y no hicimos algo
porque hicimos nada... absolutamente nada ese día...
y yo me preguntaba ¿qué carajos hago tomando en puebla?
porque no estaba en "el ei"
decidimos llamarle Johhy depp... por aquello de perla negra, la maldición... johnny
sonaba mejor.
50 pesos y te daban dos... así que digamos que estaban a 25 pesos.
los zapatos de la mujer que estaba en la mesa con nosotros eran muy altos
salgo en una foto mostrándolos... pero no sé en dónde esté. y no me angustia tanto.
fue hace tiempo, podría ser un año. supongo que menos... pero bueno, el tiempo pasa y uno se olvida del nombre de las personas. yo por eso les digo como se me ocurre... }
silvana, myriam, la niña a la que no le salió el ejercicio, amiga cariño... en fin.
la tarjeta de navidad de 2007 se cayó de la pared. después la pego, por ahora a dormir.
me desespero cada que intento entender cómo gira el mundo y cómo son los cambios de horario...
tratando de entender cómo es que en un lugar son... no... de nuevo me perdí...
hay una parte en el mundo en donde es lunes... y otra en donde aún es domingo... y cuando la parte en donde es domingo por fin alcanzó al lunes... la parte en donde era lunes dice "ya es martes" y entonces esas dos partes sólo compartieron una hora el estar en el mismo día... ¿no? y obvio ni siquiera la misma hora... porque mientras en una eran las doce de la noche del lunes... en el otro eran... de nuevo me perdí. Las once... de la noche, o sea... no una hora más temprano, sino 23 horas más tarde... y aunque esto sea una simpleza para muchos... a mí siempre me ha confundido a la hora de querer entenderlo...
supongo que debería vivir en alguno de esos lugares para entender.
y yo me preguntaba ¿qué carajos hago tomando en puebla?
porque no estaba en "el ei"
decidimos llamarle Johhy depp... por aquello de perla negra, la maldición... johnny
sonaba mejor.
50 pesos y te daban dos... así que digamos que estaban a 25 pesos.
los zapatos de la mujer que estaba en la mesa con nosotros eran muy altos
salgo en una foto mostrándolos... pero no sé en dónde esté. y no me angustia tanto.
fue hace tiempo, podría ser un año. supongo que menos... pero bueno, el tiempo pasa y uno se olvida del nombre de las personas. yo por eso les digo como se me ocurre... }
silvana, myriam, la niña a la que no le salió el ejercicio, amiga cariño... en fin.
la tarjeta de navidad de 2007 se cayó de la pared. después la pego, por ahora a dormir.
me desespero cada que intento entender cómo gira el mundo y cómo son los cambios de horario...
tratando de entender cómo es que en un lugar son... no... de nuevo me perdí...
hay una parte en el mundo en donde es lunes... y otra en donde aún es domingo... y cuando la parte en donde es domingo por fin alcanzó al lunes... la parte en donde era lunes dice "ya es martes" y entonces esas dos partes sólo compartieron una hora el estar en el mismo día... ¿no? y obvio ni siquiera la misma hora... porque mientras en una eran las doce de la noche del lunes... en el otro eran... de nuevo me perdí. Las once... de la noche, o sea... no una hora más temprano, sino 23 horas más tarde... y aunque esto sea una simpleza para muchos... a mí siempre me ha confundido a la hora de querer entenderlo...
supongo que debería vivir en alguno de esos lugares para entender.
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viernes, 6 de febrero de 2009
Es entonces que te observo

Es entonces que te observo; sonriendo, esperando que saltes...
Yo te he puesto ahí, en ese balcón tan alto, con el aire dándote directo a la cara, con poco
equilibrio y muchas dudas.
Yo te he visualizado ahí... yo te HE PUESTO AHÍ.
Miras hacia abajo, no puedes. Miras hacia adentro, no sabes.
Dudas... te observo, respiras profundo y cierras los ojos...
Respiro profundo y abro más los ojos.
Aprietas fuerte la pared que alcanzas con tus manos...
Aprieto fuerte el teclado que tengo en las mías.
Llueve, te mojas...
Llueve, me refresco...
Llueve, te espantas…
Llueve y me río.
Se hace de noche, te da frío, Se hace de noche, me aburro.
Intentas bajarte, me molesto... logras mejor equilibrio, me enojo... te bajas, me altero.
Te metes al cuarto... GRITO.
Te quedas adentro... ME VUELVO LOCO...
Vuelves a salir... me calmo... te observo... observas desde el balcón... imploro... lloras...
lo disfruto... gritas... yo canto... te subes al balcón... me emociono... dudas, tiemblas,
lloras, gritas, suspiras, piensas, temes... te observo, apunto, escribo, lloro, te odio, te
observo, aplaudo... finalmente... te empujo...
me despierto.
Te busco... abrazo la almohada y solo encuentro un montón de ropa vieja en mi clóset
que no me decido a lavar por temor a que pierda tu olor...
¿Y tú? Duermes... supongo... o lloras... no lo sé... eso sí no lo sé...
¿Y yo? Me vuelvo a dormir... tal vez otra semana entera...
Te busco... abrazo la almohada y solo encuentro un montón de ropa vieja en mi clóset
que no me decido a lavar por temor a que pierda tu olor...
¿Y tú? Duermes... supongo... o lloras... no lo sé... eso sí no lo sé...
¿Y yo? Me vuelvo a dormir... tal vez otra semana entera...
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jueves, 5 de febrero de 2009
amanecer*
amanecer*
de jorge david muñoz luisillo
Personaje(s)
Niño de 10 años
Niño de 15 años
Niño de 21 años
Escenografía
3 Marcos de ventanas, serán el espacio escénico de los actores, cada actor tiene su propia ventana de la cual no se podrá salir.
Música de fondo
String quartet en su tributo a U2, escuchamos "the sweetest thing”
Momento primero (Niño de 10 años.)
Si pudiera robarme una estrella, de las que todas las mañanas he visto extinguirse, y salvarla de la muerte, sería esa, la tercera más brillante. Lo haría y la pondría debajo de mi almohada, no creo poder compartirla con alguien más.
Momento segundo (Niño de 15 años.)
Si pudiera convertirme en una estrella sería la más lejana, no creo poder seguir viviendo aquí, no me ubico, no me encuentro, no pertenezco a este lugar...
Momento tercero (Niño de 21 años.)
Si pudiera regalarle esta ventana a alguien y darle así todos mis recuerdos escogería a los virtuales y entonces les permitiría observar el mismo paisaje que me despertaba todos los días...
Momento cuarto (Niño de 10 años.)
Si pudiera dibujar mi mundo no necesitaría más que un crayón azul y una hoja en blanco y la llenaría del color de la noche para después ponerle las estrellas, esas que no me he podido robar y que siguen cuidándome, esas que mueren todas las mañanas y no puedo salvar.
Momento quinto (Niño de 15 años.)
Si pudiera hacer como las estrellas, desaparecer por las mañanas, ya lo habría hecho. Estaría muy lejos de aquí, en donde los recuerdos no existen y en donde alguien te extraña. Desaparecería siempre a la misma hora, me olvidaría de suspiros, saludos, vistazos, parpadeos, sombras, miedos, temblores, despedidas, lágrimas, me olvidaría de todos o por lo menos de ti...
Momento sexto (Niño de 21 años.)
De poder invitar a todos a mi ventana, lo haría. Les haría un espacio a cada uno de los que llegaran, no importa cuántos, nos acomodaríamos todos. Podríamos observar la partida de las estrellas todos los días, mientras hablamos de cosas que no entendemos como el fútbol o la salida de la coca cola de la universidad y nos reiríamos de todo aquello que alguna vez nos hizo llorar, guardaríamos silencio por todos los que alguna vez, llenos de suspiros, saltaron al vacío.
Momento séptimo (Niño de 10 años.)
Si pudiera no ir a la escuela me quedaría aquí viendo el cielo, todo el día, hasta que se haga de noche y vería cómo nacen más hijos del sol y de la luna y los acompañaría toda la noche, para pagarles por todas las pesadillas que me han espantado.
Momento octavo (Niño de 15 años.)
Si pudiera cobrarle todas mis lágrimas, todos mis silencios, todos mis suspiros… no lo haría, abrazaría a la almohada y ahogaría el llanto, me diría que él no tiene la culpa, me diría que yo tampoco. Entonces suspiraría, me llenaría de fuerzas y me asomaría a la ventana, vería la partida de las últimas estrellas que sobreviven al amanecer y saltaría, me iría con ellas.
Momento noveno (Niño de 21 años.)
Si pudiera reír, soñar, correr, bajar, sufrir, sanar, caer, vivir... lo haría, abriría esta ventana y dejaría pasar a todos aquellos que, como yo, no entienden de ciertas cosas, se aburren los domingos de torneo y se ponen a llorar al no saber cómo hablarle a alguien. Compartiría todos mis días de soledad, los escribiría y después los quemaría. Recordaría con una sonrisa el día en que me oculté para poderte observar mejor y me reiría de mi ignorancia, de mi poca experiencia. Si pudiera tomaría una foto de cada amanecer y escribiría pensamientos en la parte de atrás. Temblaría de tan sólo reproducir tu mirada en mi mente. Suspiraría de saber cómo te perdí y me conformaría con saber que las cosas debieron ocurrir así, me advertiría sobre las ocasiones en que esto se podría repetir y colgaría la foto en un corcho inmenso. Escribiría miles de historias paralelas en donde dos personas que se conocen de miles de maneras se pierden de la misma. Tengo la certeza de que siempre te perdería del mismo modo, te lloraría las misma noches y te escribiría los mismos versos… tengo la certeza de haber nacido para ser una estrella o para estar a tu lado, tengo la certeza de que no naciste para mí, tengo la certeza de que ya me has olvidado, soy una estrella que hace mucho tiempo desapareció en la mañana… supongo entonces que no debí de haber saltado… supongo entonces que sería feliz… pero no lo sé, sólo lo supongo…
(El niño de 10 toma su mochila y sale corriendo a la escuela, el niño de 15 salta al vacío, el niño de 21 se queda en su lugar, la luz baja, escenario oscuro.)
fin
de jorge david muñoz luisillo
Personaje(s)
Niño de 10 años
Niño de 15 años
Niño de 21 años
Escenografía
3 Marcos de ventanas, serán el espacio escénico de los actores, cada actor tiene su propia ventana de la cual no se podrá salir.
Música de fondo
String quartet en su tributo a U2, escuchamos "the sweetest thing”
Momento primero (Niño de 10 años.)
Si pudiera robarme una estrella, de las que todas las mañanas he visto extinguirse, y salvarla de la muerte, sería esa, la tercera más brillante. Lo haría y la pondría debajo de mi almohada, no creo poder compartirla con alguien más.
Momento segundo (Niño de 15 años.)
Si pudiera convertirme en una estrella sería la más lejana, no creo poder seguir viviendo aquí, no me ubico, no me encuentro, no pertenezco a este lugar...
Momento tercero (Niño de 21 años.)
Si pudiera regalarle esta ventana a alguien y darle así todos mis recuerdos escogería a los virtuales y entonces les permitiría observar el mismo paisaje que me despertaba todos los días...
Momento cuarto (Niño de 10 años.)
Si pudiera dibujar mi mundo no necesitaría más que un crayón azul y una hoja en blanco y la llenaría del color de la noche para después ponerle las estrellas, esas que no me he podido robar y que siguen cuidándome, esas que mueren todas las mañanas y no puedo salvar.
Momento quinto (Niño de 15 años.)
Si pudiera hacer como las estrellas, desaparecer por las mañanas, ya lo habría hecho. Estaría muy lejos de aquí, en donde los recuerdos no existen y en donde alguien te extraña. Desaparecería siempre a la misma hora, me olvidaría de suspiros, saludos, vistazos, parpadeos, sombras, miedos, temblores, despedidas, lágrimas, me olvidaría de todos o por lo menos de ti...
Momento sexto (Niño de 21 años.)
De poder invitar a todos a mi ventana, lo haría. Les haría un espacio a cada uno de los que llegaran, no importa cuántos, nos acomodaríamos todos. Podríamos observar la partida de las estrellas todos los días, mientras hablamos de cosas que no entendemos como el fútbol o la salida de la coca cola de la universidad y nos reiríamos de todo aquello que alguna vez nos hizo llorar, guardaríamos silencio por todos los que alguna vez, llenos de suspiros, saltaron al vacío.
Momento séptimo (Niño de 10 años.)
Si pudiera no ir a la escuela me quedaría aquí viendo el cielo, todo el día, hasta que se haga de noche y vería cómo nacen más hijos del sol y de la luna y los acompañaría toda la noche, para pagarles por todas las pesadillas que me han espantado.
Momento octavo (Niño de 15 años.)
Si pudiera cobrarle todas mis lágrimas, todos mis silencios, todos mis suspiros… no lo haría, abrazaría a la almohada y ahogaría el llanto, me diría que él no tiene la culpa, me diría que yo tampoco. Entonces suspiraría, me llenaría de fuerzas y me asomaría a la ventana, vería la partida de las últimas estrellas que sobreviven al amanecer y saltaría, me iría con ellas.
Momento noveno (Niño de 21 años.)
Si pudiera reír, soñar, correr, bajar, sufrir, sanar, caer, vivir... lo haría, abriría esta ventana y dejaría pasar a todos aquellos que, como yo, no entienden de ciertas cosas, se aburren los domingos de torneo y se ponen a llorar al no saber cómo hablarle a alguien. Compartiría todos mis días de soledad, los escribiría y después los quemaría. Recordaría con una sonrisa el día en que me oculté para poderte observar mejor y me reiría de mi ignorancia, de mi poca experiencia. Si pudiera tomaría una foto de cada amanecer y escribiría pensamientos en la parte de atrás. Temblaría de tan sólo reproducir tu mirada en mi mente. Suspiraría de saber cómo te perdí y me conformaría con saber que las cosas debieron ocurrir así, me advertiría sobre las ocasiones en que esto se podría repetir y colgaría la foto en un corcho inmenso. Escribiría miles de historias paralelas en donde dos personas que se conocen de miles de maneras se pierden de la misma. Tengo la certeza de que siempre te perdería del mismo modo, te lloraría las misma noches y te escribiría los mismos versos… tengo la certeza de haber nacido para ser una estrella o para estar a tu lado, tengo la certeza de que no naciste para mí, tengo la certeza de que ya me has olvidado, soy una estrella que hace mucho tiempo desapareció en la mañana… supongo entonces que no debí de haber saltado… supongo entonces que sería feliz… pero no lo sé, sólo lo supongo…
(El niño de 10 toma su mochila y sale corriendo a la escuela, el niño de 15 salta al vacío, el niño de 21 se queda en su lugar, la luz baja, escenario oscuro.)
fin
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Rosa María tiene planes
Palabras que deben incluirse en el cuento: Noche, sosa, cabeza, lluvia, brillante, abominable, rinoceronte.
Rosa María no había salido a un restaurante desde que llegó a vivir a Izcalli. Lo había intentado antes en dos ocasiones pero ambas terminaron mal. La primera vez hizo la reservación desde la noche anterior, pero la lluvia del siguiente día la obligó a quedarse en casa. La segunda vez un terrible dolor de cabeza la mandó directo al hospital en donde una enfermera sosa la hizo esperar por horas.
Encargó a su hijo con Verónica, esta vez tendría éxito. Iría al restaurante italiano, que presumía de tener un chef brillante y pediría la especialidad de la casa “Rinoceronte en salsa de espinaca”. Tomaría una o dos copas de vino y regresaría a casa antes de las diez. Con una sonrisa, María tomó su bolsa, se vio en el espejo, se alegró de tener todo bajo control y abrió la puerta. Ahí estaba la vecina, quien le dijo que debía ir por su hijo porque éste se puso a jugar al abominable hombre de las nieves y lo estaba destruyendo todo y no había modo de pararlo. María regresó a su cuarto, se cambió el abrigo por una chamarra común y salió a buscar a su hijo, antes de que éste terminara por destruir la casa.
Rosa María no había salido a un restaurante desde que llegó a vivir a Izcalli. Lo había intentado antes en dos ocasiones pero ambas terminaron mal. La primera vez hizo la reservación desde la noche anterior, pero la lluvia del siguiente día la obligó a quedarse en casa. La segunda vez un terrible dolor de cabeza la mandó directo al hospital en donde una enfermera sosa la hizo esperar por horas.
Encargó a su hijo con Verónica, esta vez tendría éxito. Iría al restaurante italiano, que presumía de tener un chef brillante y pediría la especialidad de la casa “Rinoceronte en salsa de espinaca”. Tomaría una o dos copas de vino y regresaría a casa antes de las diez. Con una sonrisa, María tomó su bolsa, se vio en el espejo, se alegró de tener todo bajo control y abrió la puerta. Ahí estaba la vecina, quien le dijo que debía ir por su hijo porque éste se puso a jugar al abominable hombre de las nieves y lo estaba destruyendo todo y no había modo de pararlo. María regresó a su cuarto, se cambió el abrigo por una chamarra común y salió a buscar a su hijo, antes de que éste terminara por destruir la casa.
Cartas de Ariel a Emilio (de jorge david muñoz luisillo)
3 de diciembre de 2007
Emilio.
Pues total que sólo perdí el tiempo. Vengo llegando de la audición que te conté. Bueno, de la que escribí en la carta pasada y algo me dice que no triunfé. Estoy en casa y los vecinos no se callan. Gritan y me da miedo que alguien salga lastimado. En realidad no me da miedo, me da un poco de pereza tener que ir a declarar y decir: sí yo los escuchaba día y noche. Y sonreír cuando me pregunten: ¿Y cómo los aguantaba? Y encogerme de hombros para decir: pues así, un día a la vez. Y tampoco quiero salir a decirles que se callen porque ya me veo gritando con ellos Ya es suficiente, por el amor de Dios. Entonces vendría la vecina de abajo a gritar también y yo tendría que decirle Usted cállese señora y saque la basura porque el pasillo ya huele muy mal y ella me dirá Yo saco la basura cuando yo quiera y luego los vecinos nos dirán Váyanse a pelear a sus casas y déjenos pelear en la nuestra. Finalmente llamarían o llamaría o llamaríamos al administrador para decir que ya no nos aguantamos y él nos diría No tengo tiempo para sus tonterías porque mi hija se embarazó y no sé en dónde está porque se fue de la casa. Se haría un silencio incómodo hasta que el celular de alguien suene o uno de nosotros dijera Qué coraje ser abuelo y no conocer a tu nieto. Así que mejor no salgo y te cuento cómo me fue en la audición, la cual yo creo que fue un fracaso. ¿Sabes qué? Luego te cuento porque tengo cita con el dentista y se me hace tarde. No sé para qué te aviso, podría ir al dentista y retomar la carta en donde la dejé y no te darías cuenta. Pero seguro llegaré con ganas de escribir sobre lo que pasó y ni modo que de la nada escriba: Adivina lo que me pasó con el dentista. Por cierto, te aviso que si no contestas mi carta me hago amigo de alguien más, al fin que a ti no te pasan cosas divertidas y tu cartas a veces me aburren mucho, entonces termino inventando historias por ti, para creer que tengo amigos con vidas interesantes. Como esa carta tuya del viaje a Japón, que en realidad hablaba sobre tu aburridísimo corte de pelo, pero yo me imaginé que habías ido a Japón. En primer lugar porque siempre has querido viajar a Japón… o China, es igual, la gente es idéntica. Me pregunto si ellos nos verán igual. He pensado en preguntarle a la mesera de Ita-sushi si nos ve iguales a todos los clientes y si es el caso cómo le hace para saber quién pidió qué. Pero apenas me pienso ahí comienzo a desesperarme con su acento y su mal español y cambio de idea sobre hablar con ella. Sería inútil. Oiga señorita quiero preguntarle algo. ¿Algo de tomar? NO, a usted. ¿El menú? Quiero preguntarle si nos ve iguales a todos. ¿Arroz? Bueno, tal vez un plato pequeño, sí, con verdura. ¿Algo de tomar? Y terminaría pidiendo algo de comer y no era el caso, yo quería platicar. Por eso no voy. Yo creo que ya no me da tiempo de llegar al dentista. Llamaré. Ya no llamé y no llamaré. No tiene caso, me va a decir que soy un descortés por cancelar a última hora. Le voy a decir que tengo una emergencia. Él no me va a creer. Yo le diré que no me importa que no me crea, que mi vecino golpeó a su mujer y tengo que ir a declarar y colgaré el teléfono. Tendría entonces que cambiar de dentista. Ya sé, llamo mañana y digo que la hija del vecino se escapó de su casa y se nos fue el tiempo buscándola. Mejor te cuento de mi audición. Deja busco más papel porque ya casi no tengo espacio. Bueno, no encontré más hojas así que tendré que contarte después. Pero ya verás que me fue mal. Me contestas. Y no me llames por tel. porque no lo he pagado y no lo voy a pagar, me pelee con ellos y ya luego te cuento.
Emilio.
Pues total que sólo perdí el tiempo. Vengo llegando de la audición que te conté. Bueno, de la que escribí en la carta pasada y algo me dice que no triunfé. Estoy en casa y los vecinos no se callan. Gritan y me da miedo que alguien salga lastimado. En realidad no me da miedo, me da un poco de pereza tener que ir a declarar y decir: sí yo los escuchaba día y noche. Y sonreír cuando me pregunten: ¿Y cómo los aguantaba? Y encogerme de hombros para decir: pues así, un día a la vez. Y tampoco quiero salir a decirles que se callen porque ya me veo gritando con ellos Ya es suficiente, por el amor de Dios. Entonces vendría la vecina de abajo a gritar también y yo tendría que decirle Usted cállese señora y saque la basura porque el pasillo ya huele muy mal y ella me dirá Yo saco la basura cuando yo quiera y luego los vecinos nos dirán Váyanse a pelear a sus casas y déjenos pelear en la nuestra. Finalmente llamarían o llamaría o llamaríamos al administrador para decir que ya no nos aguantamos y él nos diría No tengo tiempo para sus tonterías porque mi hija se embarazó y no sé en dónde está porque se fue de la casa. Se haría un silencio incómodo hasta que el celular de alguien suene o uno de nosotros dijera Qué coraje ser abuelo y no conocer a tu nieto. Así que mejor no salgo y te cuento cómo me fue en la audición, la cual yo creo que fue un fracaso. ¿Sabes qué? Luego te cuento porque tengo cita con el dentista y se me hace tarde. No sé para qué te aviso, podría ir al dentista y retomar la carta en donde la dejé y no te darías cuenta. Pero seguro llegaré con ganas de escribir sobre lo que pasó y ni modo que de la nada escriba: Adivina lo que me pasó con el dentista. Por cierto, te aviso que si no contestas mi carta me hago amigo de alguien más, al fin que a ti no te pasan cosas divertidas y tu cartas a veces me aburren mucho, entonces termino inventando historias por ti, para creer que tengo amigos con vidas interesantes. Como esa carta tuya del viaje a Japón, que en realidad hablaba sobre tu aburridísimo corte de pelo, pero yo me imaginé que habías ido a Japón. En primer lugar porque siempre has querido viajar a Japón… o China, es igual, la gente es idéntica. Me pregunto si ellos nos verán igual. He pensado en preguntarle a la mesera de Ita-sushi si nos ve iguales a todos los clientes y si es el caso cómo le hace para saber quién pidió qué. Pero apenas me pienso ahí comienzo a desesperarme con su acento y su mal español y cambio de idea sobre hablar con ella. Sería inútil. Oiga señorita quiero preguntarle algo. ¿Algo de tomar? NO, a usted. ¿El menú? Quiero preguntarle si nos ve iguales a todos. ¿Arroz? Bueno, tal vez un plato pequeño, sí, con verdura. ¿Algo de tomar? Y terminaría pidiendo algo de comer y no era el caso, yo quería platicar. Por eso no voy. Yo creo que ya no me da tiempo de llegar al dentista. Llamaré. Ya no llamé y no llamaré. No tiene caso, me va a decir que soy un descortés por cancelar a última hora. Le voy a decir que tengo una emergencia. Él no me va a creer. Yo le diré que no me importa que no me crea, que mi vecino golpeó a su mujer y tengo que ir a declarar y colgaré el teléfono. Tendría entonces que cambiar de dentista. Ya sé, llamo mañana y digo que la hija del vecino se escapó de su casa y se nos fue el tiempo buscándola. Mejor te cuento de mi audición. Deja busco más papel porque ya casi no tengo espacio. Bueno, no encontré más hojas así que tendré que contarte después. Pero ya verás que me fue mal. Me contestas. Y no me llames por tel. porque no lo he pagado y no lo voy a pagar, me pelee con ellos y ya luego te cuento.
Ariel Suárez.
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viernes, 30 de enero de 2009
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